Autor: Aldous Huxley
Editorial: Debolsillo
Páginas: 254
ISBN: 978-84-9759-425-7
Encuadernación: Rústica
Sinopsis: Un
mundo feliz es un clásico de la literatura de este siglo, una sombría
metáfora sobre el futuro. La novela describe un mundo en el que finalmente se
han cumplido los peores vaticinios: triunfan los dioses del consumo y la
comodidad, y el orbe se organiza en diez zonas en apariencia seguras y
estables. Sin embargo, este mundo ha sacrificado valores humanos esenciales, y
sus habitantes son procreados in vitro a imagen y semejanza de una cadena de
montaje…
Mi opinión: Este es uno de los libros que tenía
que leer para la asignatura de Filosofía, así que, ya que lo he leído, aprovecho
para hacer la reseña.
En la novela se nos sitúa en un futuro alternativo, una
distopía (o utopía, según se mire) dominada por la ciencia y la tecnología.
Visto así podría parecer el mundo ideal para un científico de nuestra época,
pero no nos engañemos.
En este mundo, los nacimientos están controlados y son “provocados”
artificialmente en laboratorios dedicados exclusivamente a ello. Los embriones
son seleccionados y se les otorga a cada uno una clase social, que nombro de
mayor a menor importancia: Alfa, Beta, Delta, Gamma y Épsilon. Los dos primeros
grupos son, por así decirlo, las clases “privilegiadas”, las más importantes, y
apenas tienen que realizar trabajos con demasiado esfuerzo, así que dedican
gran parte de su tiempo al ocio. Los demás son las “clases trabajadoras”, que
desempeñan trabajos cada vez más “degradantes” según sea su clase social. A los
embriones Delta, Gamma y Épsilon se les practica una técnica llamada método de Bokanovsky, mediante el cual
se obtienen 96 embriones a partir de un solo óvulo, dando lugar a 96 individuos
idénticos.
Una vez que ya han “nacido” los bebés, los separan por clases
y comienza la aplicación del llamado principio de la enseñanza durante el sueño
o hipnopedia, que consiste en
hacerles oír una grabación repetida una y otra vez que acaba condicionando su
forma de pensar y actuar.
La novela nos introduce muy bien en esta sociedad, con
extensas descripciones y explicaciones acerca de su funcionamiento. Nos
presenta a Bernard Marx (¿apellido casual?), un individuo de clase Alfa al que
sus compañeros consideran una “unidad defectuosa” por pensar de manera distinta
a lo normal, o sea, por tener ideas diferentes a las introducidas
artificialmente en sus cerebros mediante hipnopedia cuando eran bebés.
La sociedad en la que vive Marx presenta algunos avances
científicos inalcanzables para la ciencia de hoy en día, pero ¿cuál ha sido el
precio a pagar por ellos? La libertad de la humanidad. La libertad de tener
pensamientos y opiniones propias, la libertad de elegir su lugar en la vida, la
libertad de poder formar una familia y tener hijos. Las palabras padre, madre, hijo y nacer son tabú. Sí, es un mundo feliz,
como bien indica el título, pero a costa de sacrificar la verdad por esa
felicidad.
Cuando llevamos una lectura avanzada, es en ese momento
cuando empezamos a plantearnos una pregunta bastante importante: ¿es preciso
ponerle límites a la ciencia? Si no lo hacemos, nuestra sociedad podría
convertirse en algo muy parecido a la descrita en esta novela, y creedme que no
nos gustaría nada. Bueno, sí, nos gustaría porque habrían introducido esa idea
en nuestros cerebros.
Pues este señor del que os he hablado antes, Bernard Marx,
presenta claros pensamientos revolucionarios en contra de su sociedad y es uno
de los personajes más interesantes de la novela, junto con John el Salvaje, que
aparece más adelante. Ambos representan a individuos que se sienten extraños en
sus respectivas sociedades, pero que al intentar familiarizarse con la sociedad
del otro, ven que no encajan para nada en ella, hasta el punto de preferir la
muerte antes que seguir viviendo de esa manera.
La escritura de Aldous Huxley intercala momentos fluidos y
sencillos con otros más enrevesados y más difíciles de leer. Se alternan los
pensamientos de los Alfa, principalmente, mentes infantiles en cuerpos adultos
con los de Marx y John, que obedecen algo más a nuestros criterios racionales
de conducta. En algunos capítulos podemos observar que se salta de una historia
a otra en cuestión de una frase, que pueden liarnos un poco, pero que consiguen
transmitir la sensación de frenesí pretendida por el autor.
En resumen, esta es una novela que recomiendo leer si queréis
apartaros de las novelas distópicas juveniles que se han vuelto tan famosas
ahora y leer algo que te proporcione algo más que una agradable tarde de
lectura. Un mundo feliz te hará pensar y plantearte cuestiones muy actuales de
las que, en ocasiones nos olvidamos, o nos apartamos voluntariamente.
A mí no acabó de gustarme. Es cierto que el ambiente está muy logrado, pero la segunda parte de la novela no me convenció en absoluto...
ResponderEliminarUn saludito.
Le tengo muchísimas ganas. Me encantan las distopías y esta es de las que te hace plantearte varias cosas, además de ser un clásico.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, creo que no eras mucho de distopias xD
Besotes
Hola, he encontrado tu blog a través del de Xavier, es muy bonito por aquí me quedo... Besos.
ResponderEliminar@Xavier Beltrán: sí que es verdad que la segunda parte es un poco desagradable y a todos nos hubiera gustado que el libro terminara de otra forma, pero con ella ha conseguido transmitirnos la crítica social que se hace en este libro, que era lo más esencial.
ResponderEliminar@Adri Lunático: ya sé que no soy mucho de distopías xD pero esta no es una distopía cualquiera, es LA distopía y además se sale de los tópicos de la novela juvenil, que se agradece.
@Todos mis libros: bienvenida al blog :)
A mi me pareció una realidad aterradora, lo peor es que conozco a más de un gerente de empresa al que le gustaría que fuéramos así =(
ResponderEliminarDebo reconocer que se me hizo un poco pesada
ResponderEliminarola mmm me dieron ganas de leerla
ResponderEliminarsoy chido
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